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Del grafiti al relieve: las obras del artista Marc C. Woehr, Stuttgart

El arte contemporáneo verdaderamente bueno se caracteriza, por un lado, porque conoce las tradiciones del arte y analiza sus logros y, por otro lado, porque traslada estos logros a la práctica contemporánea y a la mirada actual sobre el mundo. Esto es lo que consigue exactamente Marc C. Woehr con sus trabajos, especialmente con los relieves en madera que conforman sus creaciones desde 2013. Cuando se contemplan estos trabajos abstractos realizados principalmente en blanco, negro, gris, rojo y naranja, es inevitable remontarse a los principales representantes de la vanguardia rusa: se vienen a la mente nombres como Kazimir Malevich y El Lissitzky. Las relaciones de parentesco entre los trabajos de estos artistas y los de Marc C. Woehr no solo son apreciables en el plano de la realización formal, es decir, en lo referente a las formas y colores, sino también en el plano conceptual. La creación de nuevas construcciones espaciales supone, tanto para los vanguardistas como para Woehr, generar nuevas realidades, proyectar la ciudad como visión de futuro. A Malevich parecía resultarle francamente repulsiva la representación realista de la cuidad.

También a Marc C. Woehr le resulta ajeno crear representaciones de ciudades existentes. Para él, el lugar concreto no constituye más que un buen motivo para jugar con la arquitectura de una ciudad, con su estructura y dinámica, y para crear una construcción compleja que proporcione al espectador un vasto espacio mental para sus propias interpretaciones. La referencia al lugar concreto aparece en definitiva solo en el título, que muestra las coordenadas de la respectiva ciudad. Marc C. Woehr convierte las imágenes aéreas bidimensionales de las ciudades en frágiles relieves de madera multiformes que crea en el ordenador y después recorta con láser en el material. El artista gira, apila y compone estos elementos para conformar estructuras arquitectónicas que parecen tomar vida desde el propio lienzo. 

Se sitúan así entre las pinturas de El Lissitzky y los objetos de pared de Tatlin: rompen la frontera que marca el lienzo entre la pared y el espacio del espectador, pero se mantienen en contacto con ella.

Pero Marc C. Woehr recorre también el camino inverso: explora lo que se encuentra detrás de la frontera del lienzo, penetra en las profundidades. Capa a capa construye espacios pictóricos literales, crea, por así decirlo, „relieves negativos“ que atraen la mirada del espectador hacia el fondo de una arquitectura urbana imaginaria. La completa renuncia a las formas del soporte de la imagen es común en el actual grupo de obras del relieve en madera sin pintar. ¿O deberíamos hablar de esculturas de madera? Las formas arquitectónicas se cuelgan delante de la pared y quedan suspendidas libremente en el espacio. En el lugar del soporte de imagen se sitúa la pared, de forma que las arquitecturas construidas por Woehr se integran directamente en el espacio real. En lo referente al cromatismo, Woehr se emancipa una vez más de la pintura: los elementos de madera conservan su tonalidad original. La viveza de los objetos surge gracias a la combinación de la mayor cantidad posible de maderas diferentes y de otros materiales como, por ejemplo, fieltro. A diferencia de los relieves en madera considerablemente más pequeños y pintados, estos trabajos en formato extragrande no han sido creados con ayuda del ordenador, sino que nacieron libremente a partir del material. El artista domina ya su método de forma tan soberana que no precisa un trabajo previo realizado por ordenador.

Desde sus inicios como artista del grafiti en los años 80, Marc C. Woehr ha recorrido un largo camino y se ha apropiado de una impresionante libertad artística. Como cualquier artista del Street Art comenzó con motivos sencillos a los que siguieron imágenes de varios metros de tamaño. Pero en algún momento se dio cuenta de que el frenético (pues prohibido) trabajo nocturno y en la calle ya no le satisfacía. Deseaba dar a sus obras mayor valor compositivo y decidió sin más adquirir un estudio y reemplazar los bastos muros exteriores por lienzos clásicos. A partir de su intensiva confrontación con el espacio urbano, en el estudio surgen en primer lugar collages: composiciones realizadas con fotografías y recortes de periódicos combinadas con elementos pictóricos. También son perceptibles en estos collages las reminiscencias de los años 20, de la Bauhaus y del movimiento DADA y sugieren ya la estética del relieve en madera.

Marc C. Woehr comenzó su producción estética hace más de veinte años en las calles. La calle como unidad mínima, la arquitectura y la ciudad como gran estructura, es una matriz que no le ha abandonado desde entonces. Se ha adentrado en ella y la ha estudiado en todas sus expresiones. El resultado está a la vista: sus relieves en madera se han convertido en su verdadero signo distintivo. De su confrontación con el arte de los primeros años del siglo XX han surgido trabajos frescos y muy contemporáneos que no dejan entrever en absoluto que el artista no haya iniciado su carrera con el pincel o el lápiz, sino con bote de spray en la mano.

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